Conferencia Homeopatica

CHELIDONIUM:
CASO CLINICO

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Autor: Dr. GUILLERMO E. TESONE - Médico Homeópata
Argentina

Son realistas, prosaicos y prácticos. Para nada intelectuales, no pierden el tiempo analizando emociones, explicando situaciones, interpretando comportamientos.
Mentalmente indolentes, apáticos y perezosos. En absoluto sentimentales, no expresan fácilmente afectos.
Ansiosos por quien son apegados y por su propia salud, siendo desconfiados ante el diagnóstico médico.
Caen en profundas depresiones cuando el otro no responde exactamente en la forma que quiere.[11]
Grandgeorge, coincide en las referencias físicas sobre la base de 3 polos. Uno hepático, con dolor debajo del omóplato derecho, ictericia, litiasis vesicular, etc. Segundo el pulmón, con crisis de asma por cambios de tiempo, mejorando al acostarse, y neumonía del lóbulo superior derecho, etc. Hay un tercer polo de acción que ha sido puesto en evidencia por E. Valero, al nivel de los trastornos de la visión importantes: pupilas insensibles a la luz, parálisis del nervio óptico o de los músculos oculares, estrabismo, cataratas, fotofobia y neuralgias que aparecen cuando el individuo mira fijamente hacia arriba.
En el plano mental, existe una tendencia depresiva. Se deprime a propósito del presente y del futuro.
El hígado está desde la antigüedad simbólicamente relacionado con la visión. Es la sede de otra comprensión de los acontecimientos, de otra sabiduría en cuanto a las decisiones a tomar. No quiere ver claro, rehúsa ver la verdad, la luz; rehúsa, en fin, mirar hacia arriba. En francés, el autor hace un juego de palabras de acuerdo a la pronunciación: celidonia es éclaire, semejante a éclair, “relámpago” o brillo repentino, y a éclairé o “iluminado”.[4]
Luego de coincidir con Vithoulkas y a la interpretación de Annick de Souzenelle, como el paso de la puerta del hígado, se realiza mal, respecto a la imposibilidad de acceder a miras más elevadas de orden espiritual. Se encuentra también este remedio en el capítulo de las angustias metafísicas, que según esto se interpretaría la presencia de una calvicie de la región occipital, parecida a la tonsura que se impone en algunas órdenes religiosas.[4]
Así pues, encontraron este medicamento en individuos que “tragan mucha bilis”. Tienen la sensación de ser responsables de la muerte de otros y se sienten cogidos in fraganti al mínimo ruido.[4]
Hay cosas que han rehusado ver, y caminos que  han rehusado tomar, de ahí su trastorno de conciencia.[4]

CONCLUSIONES

La presentación del presente trabajo, no pretende reemplazar las experiencias de los citados autores, solamente demostrar que, ante un paciente afectado por las circunstancias de abandono y muerte, “carga” a su familia al hombro, hipertrofiando su personalidad y su cuerpo, propiciando el estado necesario para la supresión quirúrgica y medicamentosa, prepara el terreno, aunque suene paradójico, para comprender al paciente en su totalidad y recomponer su historia desde lo mental con un cambio de sentido vital.
La otra cara de la moneda, es lo simbólico como expresión del síntoma no dicho o velado. En el repertorio no se encuentra a Chelidonium en excrecencias verrugosas de genitales, en este caso, correspondiente al acto de adulterio probatorio asociado a la ansiedad de conciencia como si fuera culpable de un crimen o la ilusión de haber cometido un crimen imperdonable.
Luego la afección hepática que representa la puerta a lo superior, a lo espiritual, si se tiene fe, se cree, se crece hacia lo alto.[4]
Es la reacción del cuerpo a la incontinencia y a la megalomanía y exhorta a la moderación, sosiego, continencia y abstinencia, proceso que ilustra claramente la hepatitis y la culminación del paciente.[3]
Todo parece indicar que cuando nos sentimos lastimados, nuestra inteligencia flexible deja de procesar y de responder de manera apropiada a los acontecimientos.[1]

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