A lo largo de sus más de 200 años de historia, la Homeopatía ha dado lugar a una serie de cambios y transformaciones, que partieron siempre de los mencionados puntos en conflicto.

De lo dicho, podemos deducir en principio que quienes se auto titulan “Hahnemannianos ortodoxos”, no son tales.

El propio Hahnemann fue cambiando permanentemente, desde que enunció su nueva teoría hasta su muerte  y nos dejó como legado dos frases que de algún modo nos otorgan vía libre para el progreso de la ciencia: la primera es que no nos quedemos con la letra muerta, sino que comprendamos “el espíritu y la consecuencia de los principios que son el objeto de esta obra” y la segunda es “atrévete a saber” (Aude Sapere).

Antes de ocuparnos de los distintos modelos en vigencia convengamos que quienes componemos esta comunidad, aceptamos en nuestra práctica científica, las bases teóricas, las leyes, la aplicación y la instrumentación, así como nuestras fuentes de investigación, que son las Patogenesias.

Hahnemann nos dejó todas las normas para llevar adelante las experimentaciones, las cuales fueron revolucionarias para la época y actualmente mantienen su vigencia. El agregado que hoy en día se utiliza, en las pocas experimentaciones que se llevan a cabo, es el de la utilización del “doble ciego”.

Ahora bien, retomando el hilo de razonamiento, dijimos que a partir de los puntos en discusión se formaron varias escuelas, cada una de ellas sujeta a diferentes lineamientos teóricos a los que se atienen para curar a sus pacientes. Cada lineamiento ha dado lugar a una serie de conjeturas, tanto simples, como complejas, acerca de los medios utilizados para tratar a los pacientes y los criterios de curación.

De este modo, a partir de la unidad de análisis fundamental del pensamiento científico, que es la teoría homeopática, cada Escuela resuelve sus problemas, (tratar a sus pacientes) de acuerdo  a sus criterios de análisis de dichos problemas y obviamente utilizará estos parámetros en sus pautas de verificación, acerca de sus hipótesis.

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